Alas

lunes, 26 de enero de 2009


No sé cómo enviar caricias entre estas letras. Quiero saber cómo envolver en un abrazo hecho de palabras. Quiero decir lo que no sé cómo decir. Quiero saber cómo enviar un sentimiento genuino que se marchita cuando sale del corazón. Comprender, acompañar, proteger, tranquilizar.
Regalar unas alas nuevas...que te eleven hacia tu inmenso cielo.
Todo eso y mucho más, mucho más y todo eso.

Azahar

sábado, 24 de enero de 2009


Estoy en mi fase azahar, tranquila, relajada, con la mente y el corazón limpios, sintiendo crecer una flor blanca dentro de mi.
Sin embargo, muy a menudo vuelvo a ser una clemátide que pierde el interés por lo que sucede a su alrededor y se molesta con los ruidos que la sacan de su propio y particular mundo interno.
Aquí encuentro mundos extraordinariamente bellos, mundos que me transportan con suavidad y con serenidad amorosa, que me envuelven y me cobijan, que me miman y me sonríen.
Vuelvo a mi azahar pero a veces no encuentro el puente, que evasivo se me esconde, quizá travieso esperando burlarme y hacerme jugar un juego que me haga despertar.

Aunque cuando más despierta me siento es cuando se supone que estoy durmiendo.

Querido amigo...

domingo, 18 de enero de 2009


Cierro los ojos y te cubro con mis manos, entonces tus palabras colman los huecos de mi mente, y te llevas mis pensamientos en tu mágico vuelo...

De visita

miércoles, 14 de enero de 2009


Anoche soñé contigo.
Te paseaste conmigo por una historia surrealista en la que lo único nítido era nuestro amor.
Yo te defendía como cuando éramos pequeñas y aunque yo era menor, me erigía valiente y resuelta en tu escudero fiel y protector.
Mamá nos recordó el incidente más de una vez, y yo que ya no me acordaba, me reía, nos reíamos.
Anoche solo quedaba el imborrable sentimiento que nos aproxima en nuestra ficticia distancia.
Nunca comprendo mejor el metafísico axioma de que no existe el tiempo ni el espacio que cuando vienes a visitarme. Y tengo que trastocar todas los verbos y adjetivos para ajustar mis frases a esta realidad.
Te echaba de menos. Quería haberme cobijado contigo al sol en la terraza envuelta en geranios vestidos de temporada y cuchichearte tantas cosas, aún sabiendo que tú no lo necesitas.
Has llorado a mi lado la crueldad de ese amor perdido, o has brincado de alegría con mi nueva ilusión, incluso has merodeado sabiamente por mis confusiones señalándome con tu serena sonrisa que todo marchaba bien.
Anoche te divertías con mi mente, traviesa, lejana, confiando en que yo sintiera que bajo la aparente y ridícula ficción, reinaba nuestro amor, ese lazo infinito que nos reúne para siempre.
Quédate tranquila...imposible no sentirlo.

Crónica de un adiós

sábado, 10 de enero de 2009


Debo despedirme, lo sé.
Pero me cuesta, y mucho.
Pienso en lo que pasó y no consigo entenderme conmigo misma.
Tengo dos vocecitas que me hablan, que me guían, que me aconsejan, que me cuentan. Y me llevo bien con las dos. Pienso que me pueden llevar a ser carne de psiquiátrico. Aunque de momento todo bajo control.
Sin embargo, por debajo de este equilibrio aparente hay un tremendo dolor de estómago cuando recuerdo tus palabras. Aquel puñal brillante que sentí clavarse en mi silueta transparente. Tuve tiempo de apartarme, pero aún así la sangre de mi espectro me salpicó.
Y ahora no sé qué hacer con esas palabras pronunciadas. Cómo hacer que no escuché lo que escuché. Cómo vivir con esas palabras provocando dolor de estómago y de alma.
Cómo comprender, como tolerar, como dar el siguiente paso, hacia dónde .
Por qué me entregaste aquellas palabras que no te pedí.
Por qué están manchadas de miedo, de rabia, de dolor de niño perdido.
Para qué las pusiste sobre mi mesa. Qué se supone que debo hacer con ellas.
No puedo despedirme con este dolor de estómago.
Puedo perdonar, puedo sacudirme, puedo caminar, puedo volar, puedo incluso amarte. De hecho te amo.
Pero no sé cómo aliviar este dolor de alma.
Dile a ese niño que vuelva y que me cuente al oído por qué. Para qué.
Acaso jugaba confiado y se hizo mayor de pronto.
Se enfadó como un niño malcriado y rompió el juguete entre sus manos.

Diseño por Open Media | A Blogger por Blog and Web