¿Frontera?

martes, 28 de abril de 2009


Miro mis ojos en el espejo, mis cabellos, mis manos, mi perfil.
Al moverme distingo mi propio contorno, mi frontera. Soy algo diferente de lo que me rodea...
Y entonces el corazón me susurra dulcemente al oido:
¿De qué frontera hablas, Amor...?

Compromiso

domingo, 26 de abril de 2009


La luna sigue su camino.
En la puerta de mi alma se posa un naciente rayo de luz que me zarandea travieso. Me trae, como cada mañana, un interrogante.
Un nuevo día, una nueva decisión. Mis labios deciden por mi, como cada recién nacido día, perfilando una sonrisa y una respuesta:
SI.SI.SI.
Si a la Vida, Sí al Amor.

Transmutación

domingo, 19 de abril de 2009


En el camino que me separa de ti veo un frágil puente colgante, de madera apolillada y débil. Miro mi equipaje, es pesado y calculo que con él no puedo cruzar.
Suelto mis maletas, cargadas de prejuicios, reproches, análisis, e ideas preconcebidas, las dejo en el suelo. Me empiezo a sentir ligera, y sencilla. Me siento ágil y simple. Vuelvo la vista al camino, el frágil vínculo se ha transformado en un puente de robusta y sana madera, hermoso y sólido por el que puedo caminar segura y tranquila.
Al otro lado me esperan tus ojos de gloria...sonriendo.

Tu abrazo

domingo, 5 de abril de 2009



Estuve garabateando un papel sin estrenar antes que el cansancio me venciera sin encontrar el ánimo preciso para escribirte. 

Mi tío, tu esposo, me insinuó que lo hiciera. Y quedé sin palabras ante aquellos ojos que traducían una mocedad olvidada pero presente en esa chispa apenas perceptible que dispensaban.

Seguí su prudente sugerencia.

Su presencia triste me llegaba de soslayo, y no supe qué hacer con ella más que arañar con calma algunos minutos más para quedarme a su lado. Así podría compartir la añoranza de palabras que sin pronunciarse tenían un eco audible solamente por mis ingenuos doce años.

Rescaté mis recuerdos y los envolví en pretextos incoherentes para correr a tu lado una vez más. Esa era mi humilde y única rogativa. 

Ya no encontraba respuestas en tu hermético silencio, aunque a fuerza de persistir descubrí mucho más...que aún no sabía traducir. 
No ambiciono dibujar lo que habita en mi corazón, aún no aprendí a plasmar colores imposibles y trazar líneas que ni siquiera mi mente sabe percibir. Esos colores y líneas que nacen a raudales cuando acaricio momentos contigo compartidos. 
Lo único que recupero hoy del desván de mi memoria es ese abrazo que llegó como bálsamo de seda a mi helado cuerpo de niña que inauguraba huérfana una soledad paterna, y que no encontró otra forma de agradecer que con lágrimas que escaparon sin permiso por unas mejillas blancas y frías. Fue el único que compareció entre aquel remolino de emociones en cascada. 
Mis gracias, aún vuelan a tu cielo, allí donde te encuentres. 

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