En el camino que me separa de ti veo un frágil puente colgante, de madera apolillada y débil. Miro mi equipaje, es pesado y calculo que con él no puedo cruzar.
Suelto mis maletas, cargadas de prejuicios, reproches, análisis, e ideas preconcebidas, las dejo en el suelo. Me empiezo a sentir ligera, y sencilla. Me siento ágil y simple. Vuelvo la vista al camino, el frágil vínculo se ha transformado en un puente de robusta y sana madera, hermoso y sólido por el que puedo caminar segura y tranquila.
Al otro lado me esperan tus ojos de gloria...sonriendo.
8 comentarios:
qué lindo!
Así mismo debe ser, desprenderse de todo lo negativo, para avanzar y comenzar de nuevo. Muy bella la forma de contarlo. Muy visual.
Besos.
Carmen
Me alegro que te lo parezca anónimo. ¡Gracias por comentar!
Gracias Carmen. Tus comentarios me reconfortan.
Muchos besitos!
¡Qué lástima que la mochila la podamos alijerar sólo en sueños.
Estamos condenados a volver de nuevo a la orilla inicial y cargar de nuevo con ella.
No seriamos los mismos si la avandonásemos definitivamente!
¡Qué manera más magistral de expresar una idea.
Eres fantástica.
Tú vales mucho, NIÑA!
Soy optimista y creo que sí podemos ir aligerando esa pesada e inútil mochila que a veces cargamos sin darnos cuenta. En ello estoy.
Tú si que vales, maestro!, tu elogio me abruma, y lo agradezco de corazón.
Gracias por tus bellas palabras, Victoriano.
Que pesados son los prejuicios. Toda una vida intentandolos construir a nuestro alrededor y forjar esa armadura que nos hace invulnerables e insensibles. Que peso se quita uno de encima al mostrarse.
Me encantó. Gracias corazón
Tal como tú lo dices, querido Carlos. Cargamos tanto peso inútil...y a veces sin darnos siquiera cuenta. Aspiro a dejar la mochila vacía...y viajar con el corazón ligerito.
Muchos besitos y gracias por el cálido aroma que siempre dejas con tus palabras.
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